Las acciones ofrecen oportunidades de rentabilidad superiores a la media a largo plazo, pero son las más vulnerables a las crisis. No reaccionan simplemente a la situación actual, sino también, y en particular, a los desarrollos futuros esperados. Son una forma de sismógrafo, que reacciona desde el principio, tan pronto como las perspectivas económicas comienzan a difuminarse.
Los bonos y los valores de renta fija no son sensibles a las crisis de corto plazo. Sin embargo, el ejemplo de Argentina muestra que cualquier bono es tan seguro como la fortaleza de capital del emisor. Esto puede cambiar en el transcurso de varios años. En el caso de que un emisor no pudiera pagar, toda la inversión se ve amenazada.
Cuando se trata de acciones, bonos y valores de interés fijo, existe un problema adicional: existen solo en forma intangible, como bits y bytes dentro de los sistemas informáticos, no es diferente de Bitcoin u otras criptomonedas. Si los sistemas electrónicos críticos colapsaran, estas inversiones dejarían de existir.
Las propiedades se consideran puerto seguro, con precios actualmente en su nivel más alto. Algunos expertos ya están hablando de una burbuja. A primera vista, una propiedad puede parecer una inversión ideal en tiempos de crisis, sin embargo, ¿qué pasaría si estallara una guerra o una guerra civil, si tuvieras que salir de tu casa o te desahucian? ¿Qué pasaría si una catástrofe natural, cambio climático o un accidente nuclear como los de Chernobyl o Fukushima hicieran que regiones enteras fueran permanentemente inhabitables? El riesgo de tal evento es extremadamente insignificante, pero no es cero.
El oro y los metales preciosos son adecuados para la inversión en tiempos de crisis, al menos en su forma física. Al mismo tiempo, tienen un peso enorme: transportar activos en oro
es prácticamente imposible. Una barra de oro de 250 g cuesta actualmente alrededor de 12,500€, lo que significa que 50,000 € en oro pesan un kilogramo entero. Lamentablemente, el oro también está cada vez más dominado por los especuladores, que apuestan por los cambios de precio sin poseer realmente oro físico.
Los diamantes combinan un alto valor con un tamaño reducido: un diamante de un quilate tiene un peso de 0.2 gramos. Incluso los valores grandes en forma de diamantes se pueden guardar cómodamente en un sobre, en el bolsillo del pantalón. Son la moneda de refugio ideal y están en demanda en todo el mundo. Su valor no depende de las ganancias de la empresa, la capacidad de pago de los estados o el mercado inmobiliario. Solo se negocian físicamente, no hay especulaciones. Los diamantes han demostrado su resistencia a las crisis más de una vez.
Nuestra sugerencia para invertir en diamantes